Si viviéramos en los tiempos de Cervantes, probablemente la sustancia inyectable paralizante se llamaría "bálsamo de fierabrás", porque sus efectos antienvejecimiento desafían al mismísimo kronos griego y a los procesos fisiológicos del envejecimiento.En realidad la toxina botulínica no es más que un veneno bacteriano purificado bien utilizado, que produce una pequeña parálisis en el lugar en el que se inyecta y por tanto es capaz de eliminar la acción del músculo paralizado. Desde su aparición su uso no ha hecho más que incrementarse, y aunque la ley española como siempre es rácana y va a la cola del mundo, lo cierto es que hay países como EE. UU. que han extendido su uso al tratamiento del envejecimiento en toda la cara y algunas partes del cuerpo.
Sin embargo, es tristemente cierto que la prensa que tiene este bálsamo milagroso en España no es del todo buena, y esto el debido a que el mal uso que algunos médicos le dan, hace que la expresión sea artificial o descompensada con el resto de la cara.Pero tendríamos que recordar, que la sustancia inyectable paralizante es solo una herramienta, y el buen uso que se le dé es la misma que el artista le da a la pintura con sus pinceles. La pintura solo es pintura, y puede transformarse en una obra de arte o en un mamarracho dependiendo de quien la utilice. En el caso del rejuvenecimiento facial eso es especialmente así. Existen, por desgracia, y como en todos los órdenes de la vida, médicos y cirujanos que tiene el gusto y la sensibilidad de un percebe, y por mucho que la técnica sea maravillosa, en sus manos es puro gotelé, y contra eso no se puede hacer nada. El título de medicina te habilita para recetar antibióticos y curar enfermedades, pero la estética del cuerpo humano requiere arte, tanto en la visión como en la realización de la técnica.Por tanto, no hay que renunciar a la sustancia inyectable paralizante ni a ninguna otra técnica útil solo por prejuicios. Hay que renunciar al pintor de brocha gorda cuando hablemos de belleza, y debemos cuidarnos de "las ofertas" propias de los que usan el precio para esconder sus limitaciones, y ponerse siempre en manos de profesionales experimentados, reconocidos y titulados para realizar esta técnica.
La sustancia inyectable paralizante es posiblemente la revolución del rejuvenecimiento facial de nuestro tiempo y los resultados, créanme, son espectaculares y naturales para los demás. El falso mito de las caras planchadas e inexpresivas de la sustancia inyectable paralizante se lo reservamos a los que no saben utilizarlo, pero les puedo asegurar que el que prueba, se enamora.
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